viernes, 8 de marzo de 2013

A propósito de la muerte de Hugo Chavez


En Venezuela nunca sostuve discusiones calurosas con respecto a la política, mientras viví en mi país no conocí a nadie que no supiese respetar mi punto de vista y no conocí a nadie que no pudiese mantener una conversación sobre el estado político del país, independientemente de nuestra evidente diferencia de pensamiento. Nunca viví en carne propia discusiones, pero sí vi peleas a puño cerrado en vagones del metro de Caracas bajo el inconfundible "con Chavez no te metas", sí escuché muchísimos insultos  de parte de simpatizantes de la oposición y sí, también me encontré en medio de alguna manifestación sin en realidad haber ido a ella (la manifestación vino a mi cuando yo hacía Macramé de la forma más "paz y amor" sentada en Bellas Artes) viéndome ahogada en cuestión de segundos en gas lacrimógeno. Desde entonces esa siempre ha sido mi posición; la del medio, la de neutral, la de atravesada. Hoy me doy cuenta que incluso en Venezuela yo ya era una "vende patria", simplemente porque no me convencía el discurso del oficialismo o porque siempre tuve claro que la oposición era demasiado débil. Hoy, me doy cuenta que desde mi propia visión, simpatizar con algún partido político es un gran error, pero desde el imaginario social -es decir, lo que la sociedad espera de mi como individuo-, no simpatizar con ninguno es todavía mucho peor. Y hablo del imaginario social desde el punto de vista antropológico, donde un patrón de conducta es demandado, donde, en principio, debe existir una reacción entre el suceso (en este caso la revolución) y el individuo (yo). Esta reacción debe ser a favor o en contra, percibido como un deber en el inconsciente cultural. Los que nos encontramos neutrales de igual forma somos unos traidores a la patria porque no tenemos una opinión que complazca, porque no nos involucramos de forma emocional con el ideal (repito, sea cual sea; a favor o en contra) y porque observamos lo que sucede tal vez desde una posición mucho más objetiva. Somos mal vistos porque tenemos que escoger un bando, en Venezuela no existen términos medios cuando de política se trata. Hay que ser radical y sobre todo, hay que polarizar. Nótese que hablo de política y no de algún partido en especifico, la división no existe a raíz del chavismo, en cuanto a política, la división pertenece a la naturaleza más pura del venezolano. 

No me considero apolítica, de hecho pienso que la sociedad es en gran parte un ente profundamente adherido a la política, ya que ésta no se limita solamente al discurso o al partidismo y mucho menos a los rostros visibles de este gran teatro, sino que se extiende desde lo más complejo hasta lo más elemental: el transporte público es política, el servicio de luz y agua es política. Las decisiones que influyen en la sistema educativo e incluso la regulación de precios de la cesta básica de alimentos es influenciado en gran medida por la política.  Sostengo que declararse apolítico es declararse ignorante, además de ser una posición hipócrita, una declaración de moda. Si tuviese que definir mi postura en cuanto al panorama político venezolano, sería en todo caso el de apartidista; no me identifico con ningún partido político. 

No existe en Venezuela un partido político que proponga medidas claras para detener la violencia que existe en el país y que arrebata la vida a muchos venezolanos todos los días, pero sí existe un partido político evocado a los menos favorecidos y cada vez que puede resalta el gran cambio que ha provocado su gestión a nivel social, abarcando campos como la educación y la sanidad. Ni qué hablar del cambio económico, subrayando la reducción de pobreza extrema y desigualdad en el país; datos que encantada reconocería y aplaudiría, pero, ¿se redujo la pobreza cualitativa o cuantitativa? Esos grandes cambios de los que se hablan provienen de estadísticas, números, y no es secreto que una cosa son los números y otra muy distinta la realidad. Hay más escuelas y educación, ¿y la calidad de la educación?, ¿a qué nivel están los estudiantes Venezolanos en comparación -y sin ir tan lejos- a otros países latinoamericanos? -De hecho, Venezuela no participa en las mediciones de calidad internacionales-. Hay más hospitales y atención sanitaria, ¿y la calidad de ésta? 

La pobreza suele medirse cuantitativamente ya que para medir el indice de pobreza desde la perspectiva cualitativa, hace falta un método que reside sobre todo en la entrevista y en el trato personal, lo cual toma mucho tiempo. Entonces es preferible hacer un calculo, es decir, contar pobres; contar cuantas mujeres, hombres y niños pobres hay, estos datos se comparan con los anteriores dando un resultado evidente. Y es que es obvio que en Venezuela hay mucha más entrada monetaria, el dinero comenzó a ser mejor repartido, de eso no hay duda ya que las estadísticas [cuantitativas] demuestran los hechos, pero, ¿de qué sirve que  haya más dinero si la calidad de vida sigue siendo preocupantemente baja? En Venezuela se mide la pobreza de manera cuantitativa, obviando descaradamente lo subjetivo, el detalle personal y la calidad; tanto o más importante que la cantidad. No critico el sistema de ayudas sociales ni mucho menos, pero éste sistema no se adapta a una realidad desde la perspectiva cualitativa, sino que se adapta a un plan partidista y a la propaganda, se adapta al simple hecho de llenarse la boca con un dato y así ganar más votos.  

En Venezuela existe un partido opositor que promulga la unión entre los venezolanos con un mensaje lleno de propuestas rebuscadas, un partido que patalea cual adolescente ante el verdadero carisma y que no llega a la altura que tiene el gobierno actual, un partido que ni por asomo tiene la capacidad de formar una ideología de peso suficiente para encarar al "Socialismo del siglo XXI" y que en comparación se queda corto a la hora de movilizar a la masa. Un partido cuyo tema central en su discurso es la critica al chavismo, cuando lo que se espera de él es simplemente un plan claro. El partido opositor tiene un discurso hueco, lleno de adornos y lemas usados para rellenar los vacíos, un discurso sin personalidad (que no es lo mismo que personalismo) y con muy poco carácter. El partido opositor no hace más que jugar el papel de contraste, resaltando sin querer a la marea roja. 

Y digo todo esto solo por comentar algunas cosas. 

Suele ser normal infravalorar las opiniones simplemente por que... bueno, porque son opiniones. Pienso que con opiniones o comentarios sobre ciertos problemas se puede también hacer una diferencia, puede que no sea una diferencia radical o una diferencia fundamentalmente activa, pero sí una que llegue al espíritu, una que remueva conciencias. Las grandes revoluciones e ideales comenzaron con un pensamiento, la gran mayoría de los sucesos más importantes de la historia se han visto bastante influenciados por corrientes de pensamientos y opiniones, muchas de ellas condensadas en libros y con el tiempo convertidas en filosofías. Considero que el activismo es una parte importante de cualquier movimiento, pero hay que recordar siempre que estos movimientos no se generaron en la actividad como tal, sino que se generaron principalmente en el simple hecho de sentarse con un lápiz y papel a tratar de construir con argumentos otro punto de vista.  

Sostengo que sí se puede guardar una posición neutral en algunas cosas, y eso no significa que no se luche, mucho menos que no se le de importancia a ciertos temas. Mantengo que, en política, la posición neutral es adquirida por una persona que usa el pensamiento crítico, por aquel que no acepta fácilmente cualquier discurso. La neutralidad política es abrazada por el escéptico, ya que éste no se deja llevar por la pasión colectiva, al contrario, éste examina y duda en lo que generalmente es aceptado como verdad. Una persona que conserva la neutralidad no reniega ni escapa del problema, el neutral permanece en calidad de observador, lejos de la manipulación y vacunado de propaganda.


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