Pienso en nuestra propia obsolescencia, es verdad que nosotros no la planeamos, pero seguimos teniendo nuestro propio final. Creamos productos a nuestra imagen y semejanza... lo que a su vez, me hace pensar en todo lo que nos rodea y en cuanto se parece a nuestra propia identidad como humanidad. La agresividad como parte del ser humano, parte inocultable, demasiado obvia, se ve reflejada mas que nunca en estos tiempos, nuestro propio reflejo. Y es que aunque la agresividad sea un concepto en verdad bastante complicado, hay una verdad absoluta sobre ella: todos la sufrimos, en mayor o menor escala y muchas veces en forma de violencia. Hay mas ejemplos que seguramente se nos vendrán a la cabeza cuando se reflexiona desde este punto de vista, solo tienes que asomarte por la ventana.
Nos han enseñado que somos a la imagen y semejanza de Dios; cada día estoy más convencida de que el cuento es al revés.
¡Hasta el próximo lunes!
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